Hacia una salud más democrática

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El acceso a la salud en América Latina es una cuestión que no solo depende de si se da mejor en el ámbito privado que en el público o del estrato socio-económico, sino de la disponibilidad de la tecnología necesaria, aunque más allá de lo que representan ambas variables debería ser igualitario para todos y de la mejor calidad. 

Existen más de 18.000 hospitales en la región, el 56 % de ellos privados y el resto públicos o mixtos. Se podría decir que los hospitales privados predominan en México (61 %), Brasil (58 %), Colombia (51 %) y Argentina (51 %), según cifras de la consultora Global Health Intelligence. La combinación público-privada varía de un país a otro, pero en muchos casos los hospitales privados superan a los públicos. Esto se debe en parte al hecho de que los privados suelen ser más pequeños en tamaño y son muy especializados, en comparación con sus homólogos públicos que intentan tratar una gama más amplia de afecciones desde una base de pacientes más grande. 

A pesar del mayor número de hospitales privados en América Latina, la mayoría de los países tienen sistemas de salud pública sustanciales, que a menudo cuentan con una mayor infraestructura cuando se trata de camas, equipos y pacientes tratados. Los institutos públicos de alta especialidad también albergan a algunos de los médicos más capacitados de la región, que tienden a actuar tanto en el ámbito público como en el privado. Chile es uno de los pocos mercados donde los hospitales públicos son más predominantes que los privados: 51 % públicos en comparación con 45 % privados. 

Sea acceso a la salud pública o privada, la tecnología disponible no debería tener un diferencial. Para algunos expertos en salud, la tecnología podría contribuir a democratizar el acceso a la salud y a prestar servicios seguros y asequibles. Con un buen uso, disminuiría gastos y reduciría los tiempos de consulta, de manera que se mejore la relación entre médico y paciente, sin embargo, en nuestra región algunos profesionales de la salud todavía se resisten a usar las opciones a su alcance frente a las nuevas tecnologías que cada vez  llegan a México, Colombia, Brasil, Argentina, Chile y otros países. 

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¿Cuál es el camino hacia una salud más democrática? Foto: Fotolia - ©sveta

Tecnologías como LTE, LTE-A o 5G van a permitir desarrollar el uso de herramientas como la historia clínica electrónica en diferentes países de América Latina, según se desprende de un informe elaborado por 5G Americas y citado en un reporte de la organización Healthnology, que indica que precisamente ha sido la bancha ancha móvil e inalámbrica la que ha permitido este desarrollo

Así, distintas naciones están trabajando en la creación de una red con información de la salud de los ciudadanos que abarque a toda la región. El proyecto se denomina RACSEL (Red Americana de Cooperación sobre Salud Electrónica) y ya está dando sus primeros pasos. En esta iniciativa participan países como Colombia, Chile y Uruguay, y cuenta con la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo y los países miembros. 

Pese a ello, de acuerdo con el informe ‘Perspectivas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en ciencia, tecnología e innovación en América Latina’, la salud y la ciencia médica no siempre se sitúan en los puestos más destacados del gasto. Asimismo, la inversión es un factor clave pero a veces no es suficiente el dinero que se destina en los diferentes países latinoamericanos. 

Por otra parte, según cifras de 2017 de la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, al menos la mitad de la población del planeta está privada de servicios de salud esenciales. En este sentido, representantes de la Organización Panamericana de la Salud en México, destacan que en los últimos 40 años no se ha avanzado en el combate de la inequidad en la atención a la salud, y alertan del peligro de que se acentúen diversos mecanismos como la segmentación y fragmentación de los sistemas de salud. 

Estas mismas fuentes indican que, por ejemplo, México es el segundo país miembro de la OCDE en el que el paciente ha de destinar más recursos propios para recibir tratamiento. De esta manera, el llamado gasto de bolsillo —lo que tiene que poner el paciente de su propio dinero para atender las enfermedades— supone el 45 % del gasto total nacional de salud. 

Aunque se han hecho múltiples esfuerzos, los latinoamericanos siguen teniendo cobertura en los sistemas de salud de acuerdo con su situación económica. El desafío es mejorar la adopción de nuevas tecnologías que puedan cambiar la realidad en la que hoy se encuentra el acceso a la salud.

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