En cumplimiento de nuestro cometido de mantenerlos al tanto de los avances tecnológicos en el área de la salud, en esta ocasión consideramos oportuno traer a colación algunos desarrollos que ilustran la dinámica de la tecnología médica, y afectan de una u otra manera la operación de los servicios asistenciales, la sostenibilidad de los sistemas de salud y los horizontes terapéuticos en distintos frentes médicos.
La industria farmacéutica ya no prospera como lo hacía en otras épocas, sobre la base de la comercialización masiva de medicamentos de uso cotidiano, cambiándolos lo suficiente para mantener la vigencia de las patentes o introduciendo ligeras modificaciones farmacodinámicas que buscan retrasar su absorción, prolongar su efecto o disminuir su agresividad sobre el tracto digestivo u otros órganos. Con mucha esperanza y cada vez menos escepticismo, vemos como algunos laboratorios de primera línea enfocan sus miras hacia temas sumamente novedosos y a nuestro juicio, con gran potencial revolucionario.
Hoy en día se nos habla de la medicina personalizada como un concepto innovador que, con base en el estudio y la identificación de ciertos biomarcadores, permitirá individualizar poblaciones que comparten una predisposición especial para responder a determinados tratamientos, a diferencia de otros segmentos biológica y genéticamente similares, que padecen la misma enfermedad pero que no comparten el mismo potencial de respuesta. Cabe imaginarse entonces lo útil que sería un recurso de esta naturaleza, cuando se trata de medicamentos de alto costo o los concebidos para enfermedades catastróficas o huérfanas. De progresar como se espera, esta iniciativa pondría en manos del galeno una valiosísima herramienta que permitiría seleccionar al paciente antes de prescribir el tratamiento, trayendo enormes beneficios para el enfermo, la industria y el sistema de salud como un todo. Tratamientos que hoy reposan en los anaqueles de los investigadores, podrían hacerse viables por medio de la medicina personalizada.
En el mismo capítulo, los procesos de síntesis química con que se producían tradicionalmente los medicamentos vienen siendo superados, en primera instancia por simples procesos biológicos como la fermentación, para luego dar paso a la biotecnología, un complejo proceso en que un organismo vivo es – si se quiere – “reclutado” para producir una sustancia que habitualmente no fabricaría, mediante la manipulación de su ADN. Son muchas las aplicaciones comprobadas de los medicamentos biotecnológicos y la lista de indicaciones crece rápidamente.
De otra parte, un estudio de procedencia aparentemente idónea propone que el uso de cobre antimicrobiano en superficies de contacto en hospitales, puede significar una reducción del 58% en la incidencia de infecciones hospitalarias. El cobre antimicrobiano puede eliminar en forma continua el 83% de las bacterias en dos horas, incluyendo cepas resistentes a antibióticos. Para nadie es secreto que cada vez más nos enfrentamos a la resistencia bacteriana, los rangos terapéuticos de los antibióticos se estrechan y pronto seremos incapaces de controlar ciertas infecciones nosocomiales sin la ayuda de nuevos desarrollos en materia de medicamentos. De comprobarse el postulado sobre el cobre antimicrobiano, sería cuestión de tiempo para que empecemos a ver el uso del metal en diversas aplicaciones, tanto en infraestructura y dotación como en instrumental y dispositivos médicos.
Son sólo tres ejemplos de cómo la tecnología avanza a la par de los retos, contribuyendo a mantener a la ciencia médica y los servicios de salud, un paso al frente de la enfermedad, dentro de una realidad cada vez más compleja en que la sostenibilidad, la viabilidad económica y la factibilidad técnica, son desafíos cotidianos. Acepte, por favor, nuestra amable invitación para que comparta sus opiniones sobre este tema en nuestros blogs en el nuevo portal de El Hospital en su ubicación de siempre: www.elhospital.com