Lograr una atención eficaz para el paciente en la unidad de cuidado intensivo (UCI) depende en gran manera de la capacidad de los médicos de procesar grandes cantidades de información clínica y de laboratorio, afirman los doctores Neill Adhikari y Stephen E. Lapinsky en un artículo publicado en Critical Care Rounds, en abril 2003;4(3).
Últimamente se han desarrollado programas de informática médica para almacenar, y posteriormente consultar, información del paciente que pueda ayudar en la toma de decisiones clínicas. Sin embargo, no se han hecho valoraciones amplias de las tecnologías de salud que incluyan mediciones de seguridad, funcionalidad, desempeño técnico, eficacia clínica, economía e implicaciones organizacionales. Los programas informáticos especializados están diseñados para mejorar la evolución del paciente y su desempeño clínico.
Tecnología informática en la atención médica
La informática médica es un área relativamente reciente de estudio que tiene la finalidad de examinar y manejar de manera óptima el flujo de información en la biomedicina y la atención médica. Un ejemplo de estos programas son las historias clínicas electrónicas (HCE) para manejar información del paciente, órdenes médicas computarizadas, archivos de imágenes y sistemas de comunicación (AISC) para mostrar imágenes radiográficas, sistemas de atención médica computarizada del paciente, y sistemas computarizados de soporte de las decisiones clínicas (SCSDC).
Un SCSDC es el software diseñado para ayudar directamente en la toma de decisiones clínicas, que permite que las características individuales de un paciente se correspondan con una base de conocimientos computarizada con el propósito de generar valoraciones o recomendaciones específicas para ese paciente en particular
El ambiente ideal para recolectar información del paciente es la UCI. En ella, el eje electrónico sería la HCE, conectada en red con los equipos médicos, los datos de radiología, los SCSDC y otras herramientas de referencia. Así pues, la HCE funcionaría como un soporte sobre el cual se montan otras aplicaciones. Esta infraestructura facilitaría la telemedicina de la UCI, un modelo de atención médica a pacientes de la UCI prestada por intensivistas que se encuentran fuera del lugar de trabajo y que puede ayudar a reducir, hasta cierto punto, la escasez actual de intensivistas.
Este artículo presenta una revisión muy breve del proceso de valoración de la tecnología médica (VTM) y describe algunas de las consideraciones metodológicas que le son particulares a la valoración de la tecnología informática.
¿Qué es la valoración de la tecnología médica?
La valoración de la tecnología médica (VTM) viene a ser como la contraparte de la medicina basada en la evidencia, en donde la tecnología médica se amplía para que incluya intervenciones clínicas (medicamentos, dispositivos médicos y procedimientos) y características estructurales de los sistemas de atención médica (como los aspectos organizacionales y financieros). Un grupo de trabajo europeo en metodología en VTM ha hecho la siguiente definición:
"Es una actividad multidisciplinaria que examina de forma sistemática el desempeño técnico, la seguridad, la eficacia y la efectividad clínicas, los costos, el balance costo-eficacia, las implicaciones organizacionales, las consecuencias sociales, y las consideraciones legales y éticas de la aplicación de una tecnología médica dada".
La metodología de la VTM comienza con un conjunto de preguntas de investigación que contemplan algunos o varios de estos aspectos.
Fases de la valoración de las aplicaciones informáticas:
Fase I: Comprende la seguridad y el desempeño técnico
Fase II: Mide la eficacia clínica
Fase III: Hace evaluaciones amplias en poblaciones heterogéneas, incorporando un amplio intervalo de resultados.
Cada fase tiene distintos objetivos, métodos y resultados.
Fase I: Seguridad y desempeño técnico
Los factores específicos de seguridad dependen del programa que se utilice, pero incluyen aspectos de confiabilidad de los datos del paciente recogidos por computador, robustez técnica bajo diversas condiciones operativas y seguridad de los datos. El desempeño técnico depende de componentes del hardware, la interfaz de usuario, las conexiones con dispositivos externos y de software.
Fase II: Eficacia clínica
El método que se elija para evaluar la eficacia clínica depende del programa y de los resultados escogidos. Estos incluyen mediciones relevantes para los pacientes (estado de salud y proceso de atención médica) y para los médicos (cumplimiento de las recomendaciones, satisfacción y eficiencia).
La unidad de asignación tendría que ser, en la mayoría de los casos, la UCI y no el paciente. De lo contrario, los médicos pueden aplicar indirectamente el SCSDC a la atención de los pacientes del grupo de control, lo cual redundaría en una contaminación y una reducción del efecto observado del tratamiento.
Fase III: Valoraciones amplias
Estas evaluaciones constituyen una perspectiva amplia y no sólo incluyen la eficacia clínica, sino también aspectos económicos, organizacionales, éticos y legales. Las evaluaciones económicas amplias estarán supeditadas a los beneficios sobre importantes resultados del paciente o del médico.
La principal consideración ética y legal en la implantación de sistemas computarizados con datos del paciente es la protección de la confidencialidad. En Estados Unidos, el gobierno federal hace poco tiempo promulgó una legislación de protección de la privacidad (Acto Legislativo Health Insurance Portability and Accountability ,de 1996) que refuerza la protección de la historia clínica del paciente.
Conclusiones
La atención médica del paciente ha venido evolucionando hasta incluir el requisito de que las organizaciones de atención en salud tengan historias computarizadas de los pacientes vinculadas al ingreso de órdenes y sistemas de soporte de decisiones. Con esto se reconoce el potencial de la informática médica de mejorar la toma de decisiones clínicas, la atención médica del paciente, y la valoración de la calidad de la atención.
Los sistemas amplios de información clínica están diseñados para registrar, almacenar y reproducir información del paciente; las evaluaciones han de concentrarse en los aspectos funcionales de seguridad, factibilidad de uso e integración al flujo de trabajo clínico, seguridad de los datos y compatibilidad.
Para evaluar estas aplicaciones los estudios aleatorios controlados son el
estándar para establecer el grado del beneficio clínico.