Guías de transporte de pacientes críticos

Guías de transporte de pacientes críticos

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La decisión de transportar un paciente en estado crítico se basa en un balance riesgo/beneficio. Con frecuencia los pacientes críticos son movilizados dentro del hospital o llevados a otras instituciones para recibir tratamientos o procedimientos especializados, no disponibles en el lugar donde se encuentran.

Si el paciente no se va a beneficiar del procedimiento diagnóstico o terapéutico especializado, la decisión de transportarlo debe reconsiderarse, pues en muchos casos este hecho aumenta la morbilidad y la mortalidad.

Cuando se ha decidido que es necesario transportar al paciente, lo adecuado es tratar de minimizar los riesgos, mediante una planeación cuidadosa, el empleo de personal calificado y la disponibilidad de equipos adecuados para identificar y tratar las posibles complicaciones. Sin embargo, las condiciones no son siempre ideales; en este caso, tanto el hospital remitente como el receptor deben desarrollar un plan contingente, teniendo en cuenta los siguientes elementos:

  • El proceso debe ser coordinado por un equipo multidisciplinario, constituido por médicos, enfermeras, terapeutas respiratorias, administradores hospitalarios y personal paramédico.

  • El equipo debe estudiar las necesidades de la institución, poniendo énfasis en las características demográficas de la población, el volumen de pacientes transportados y los recursos disponibles, incluyendo personal, medios de comunicación y equipos médicos.

  • Con esta información, se debe desarrollar e implementar un plan.

  • El plan debe evaluarse regularmente, mediante pruebas de calidad, y modificarse según las necesidades.

Transporte INTRAhospitalario
Las guías de procedimiento de las UCI deben especificar protocolos para el transporte de pacientes a otras secciones del hospital, puesto que la movilización a radiología o salas de cirugía es a veces necesaria, pero potencialmente peligrosa.

Los procedimientos deben ser organizados y eficientes, teniendo en cuenta cuatro factores básicos: comunicación, personal, equipos y monitoreo.

1. Preparación previa al transporte, coordinación y comunicación: cuando un nuevo equipo se va a hacer cargo del paciente, se debe proveer continuidad en su cuidado; por ello, es indispensable que médicos y enfermeras de la unidad remitente se comuniquen con quienes lo recibirán, para revisar la condición en que se envía y los planes de tratamiento durante la operación. Por regla general, la unidad receptora confirma a la remitente que está lista para recibir al paciente. En este momento, médicos y personal paramédico son notificados, para calcular el tiempo y preparar los equipos necesarios. La historia clínica debe documentar la indicación para el transporte y el estado del paciente durante el tiempo que permanece fuera de la unidad de origen.

2. Personal acompañante: se recomienda que todos los pacientes críticos sean acompañados por al menos dos personas. Por lo general, una de ellas es una enfermera de cuidados intensivos; la otra puede ser una terapeuta respiratoria, un técnico u otra enfermera. Si el paciente está en estado inestable, se recomienda que un médico entrenado en reanimación cardiopulmonar se una al grupo.

3. Equipo acompañante: en el transporte de todos los pacientes debe haber: oxímetro de pulso, tensiómetro, monitor cardiaco, desfibrilador y medicamentos básicos de reanimación, como epinefrina y antiarrítmicos. En casos especiales, no sobra considerar otros fármacos, como sedantes y analgésicos; líquidos intravenosos y bombas de infusión; equipo de intubación de vía aérea, el cual debe ser del tamaño adecuado para cada paciente. Por razones prácticas, las mascaras con ambú son las más utilizadas para el transporte de pacientes dentro del hospital. Los ventiladores mecánicos transportables están ganando popularidad, pues se pueden programar para proveer ventilaciones por minuto y las concentraciones de oxígeno deseadas. En quienes requieren ventilación mecánica endotraqueal, la posición del tubo se debe revisar, y fijar antes del transporte.

Una vez el paciente llegue a su destino, lo adecuado es fijar los mismos parámetros ventilatorios proporcionados en la unidad de origen. Si la unidad que recibe al paciente, o el vehículo de transporte, no tiene los equipos necesarios para ventilarlo de la manera como se estaba haciendo, se debe intentar un medio alterno de ventilación, para asegurar su estabilidad. Si el enfermo no lo tolera, es necesario reexaminar los riesgos y beneficios del transporte. En caso de necesitar un ventilador portátil durante el transporte, este debe tener: alarmas para indicar si está desconectado, altas presiones de las vías aéreas y una batería de repuesto. También se requiere una fuente de oxígeno suficiente para media hora de administración. A la mayoría de adultos y niños se les administra oxígeno al 100%, pero en neonatos y pacientes con enfermedades cardiacas congénitas, las concentraciones de oxígeno deben calcularse, para satisfacer las necesidades particulares de cada individuo.

4. Monitoreo durante el transporte: en todos los pacientes se deben monitorear el electrocardiograma y la saturación de oxígeno de manera continua. También se deben revisar periódicamente la presión arterial, el pulso y la frecuencia respiratoria. En casos especiales se pueden realizar mediciones del CO2, de la presión de la arteria pulmonar, la intracraneana o la intraarterial.

Transporte INTERhospitalario
En pacientes que lo requieren, con frecuencia es necesario el transporte ínterhospitalario, para tratamiento y exámenes diagnósticos especializados.

El primer paso es determinar la estabilidad del paciente. Si está suficientemente estable, se calculan los riesgos y beneficios del traslado. Si se toma la decisión de llevarlo a cabo, el médico debe explicar los riesgos y beneficios de la transferencia, al paciente o quien lo represente.

Se recomienda documentar la discusión en la historia clínica y obtener un consentimiento firmado. En casos de emergencia --que no dan tiempo para obtener un consentimiento por escrito--, las razones para no hacerlo se deben documentar en la historia.

Para escoger el hospital al que se va a transferir al paciente, se deben tener en cuenta la distancia, los recursos, la disponibilidad de camas y la preferencia del enfermo.

1. Preparación previa al transporte, coordinación y comunicación: el médico remitente debe identificar y contactar al médico a cargo de admisiones en el otro hospital, para informarle de manera detallada la condición en que se encuentra el paciente, obtener una aceptación y confirmar cuando los recursos estén disponibles. En caso de que el enfermo viaje sin la compañía de un médico, se debe determinar quién se hará responsable del tratamiento durante el transporte.

El modo de transporte lo decide el médico que refiere, en consenso con el que lo va a recibir, con base en el estado del paciente, los equipos requeridos, el estado del tiempo y la disponibilidad de recursos.

La enfermera del hospital remitente debe contactar a aquella que se hará cargo del paciente en el nuevo hospital, con el fin de darle los datos pertinentes para el cuidado del paciente.

También deben enviarse una copia de la historia clínica y los resultados de laboratorio y radiología.

2. Personal acompañante: por lo menos dos personas deben acompañar al paciente, además del conductor del vehículo. Si la condición del enfermo es inestable, se requiere un líder del equipo, un médico o una enfermera, y preferiblemente alguien entrenado en transporte de pacientes críticos, con capacidad para manejar las vías aéreas y los líquidos intravenosos, e interpretar y tratar arritmias cardiacas y reanimación cardio-cerebro-pulmonar.

Si no es posible enviar un médico con el paciente, el personal paramédico debe tener los medios para comunicarse con el médico encargado. Si la comunicación es imposible, el equipo paramédico está autorizado para realizar intervenciones de emergencia, que pueden salvar la vida del paciente.

3. Equipo requerido: siempre se debe llevar el material necesario, para asegurar una adecuada ventilación y oxigenación; además, monitores de los signos vitales y agentes farmacéuticos para reanimación. Todos los elementos deben revisarse regularmente, para verificar que los equipos funcionen, que sean estériles y que los medicamentos no estén vencidos. Se recomienda que los medicamentos utilizados estén en envases de plástico, no vidrio.

4. Monitoreo durante el transporte: de manera constante se debe revisar la saturación de oxígeno y el ritmo cardiaco, en todos los pacientes críticos. La presión arterial y la frecuencia respiratoria se tomarán con regularidad. Al igual que en los transportes intrahospitalarios, en determinados pacientes se pueden hacer mediciones especiales.

Si el paciente se va a trasladar intubado, la posición y la fijación del tubo se revisarán, y se reconfirman los parámetros ventilatorios. Al igual que en transportes intrahospitalarios, el hospital remitente debe evaluar la posibilidad de continuar los mismos parámetros ventilatorios en el hospital receptor, si esto no es posible, se debe intentar un método alterno antes del transporte para asegurar la estabilidad del paciente.

Preparación del paciente para el transporte interhospitalario
El objetivo es transportar al paciente cuanto antes, en la condición más estable posible. Por lo tanto, cualquier procedimiento que pueda retrasarlo debe evadirse, si el objetivo no es estabilizar al paciente.

En todos los pacientes debe existir acceso venoso, antes de su transporte; si no es posible obtener un acceso periférico, se asegurará una línea central. También se utilizarán líquidos intravenosos y medicamentos inotrópicos, según las necesidades.

Antes del transporte se examinarán y estabilizarán las vías aéreas, sin olvidar que las máscaras laríngeas no son suficientemente estables para trasladar un paciente a otro hospital.

En individuos traumatizados, la columna se inmovilizará antes del transporte, a no ser que se haya descartado una lesión medular de manera confiable.

Requerimientos particulares:

  • Pacientes con íleo, obstrucción intestinal o que requieran ventilación mecánica, deben tener una sonda nasogástrica.

  • Una sonda de Foley debe ser colocarse en pacientes que requieren control estricto de líquidos o que reciben diuréticos, y cuando se anticipa un largo tiempo de transporte.

  • En aquellos que requieren descompresión torácica, se les colocará el tubo de tórax antes del transporte.

  • Los pacientes agitados, que ponen en riesgo su seguridad o la del personal paramédico, deben controlarse con medicamentos o medios físicos.

Todos los procedimientos efectuados para estabilizar al paciente y preparar el transporte deben documentarse en la historia clínica, al igual que la indicación de la transferencia y las comunicaciones con el personal del otro hospital. Asimismo, se enviará una copia de la historia clínica al hospital receptor, junto con el consentimiento firmado por el paciente o quien lo represente.

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