Desde 2005, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha invitado a los países del mundo a la eliminación gradual del mercurio en termómetros y tensiómetros, ya que es un metal que amenaza la salud pública y el ambiente. Es así como durante el Comité Intergubernamental de Negociación del Tratado sobre Mercurio (INC5), más de 130 países han acordado el texto de un convenio global jurídicamente vinculante que establece las medidas necesarias para que se suspenda la fabricación de termómetros y tensiómetros de mercurio en todo el mundo para el año 2020.
En los últimos años, la OMS ha trabajado con los ministerios de salud de los países del continente para incentivar la eliminación del mercurio en el sector de la salud, y buscar reemplazarlo por otras alternativas que resulten económicas y precisas.
Es así como, por ejemplo, los 29 hospitales públicos que integran el sistema de salud de Nicaragua han iniciado con éxito la sustitución de termómetros de mercurio por termómetros digitales.
En la actualidad los países europeos ya han logrado este objetivo. Sin embargo, algunos países en vía de desarrollo aún utilizan el mercurio, lo que expone a los trabajadores de la salud y a sus pacientes a emisiones cuando los dispositivos médicos que lo contienen se rompen.
A temperatura ambiente, el mercurio elemental líquido se transforma en gas en cantidades significativas, exponiendo a las personas a niveles potencialmente altos del metal. Asimismo, si el mercurio es desechado, cuando llega al medio ambiente, afecta a los organismos que viven en ríos y lagos.