Reducir costos con protocolos de atención oportuna
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La planeación estratégica por parte de los hospitales -públicos y privados- y la intervención de los gobiernos para educar sobre el ataque cerebro vascular (ACV), es indispensable para optimizar recursos humanos, económicos y tecnológicos para salvar vidas. El ACV no solo es una grave problemática de salud pública, también es un reto para los hospitales especializados en la atención a pacientes que han sufrido o tienen probabilidades de padecer esta afección.
Durante los últimos 15 años, este padecimiento ha sido la segunda causa de muerte global y la primera causa de discapacidad en la población adulta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los costos en prevención, hospitalización, farmacología y tratamiento posterior son solo algunos de los factores a tener en cuenta por los actores clave en gestión hospitalaria. Otros elementos importantes a considerar al interior de los hospitales, son la distribución de espacios, equipo humano calificado y protocolo de atención estandarizado para garantizar la rápida y efectiva atención al paciente.
El doctor Andrés Fonnegra, coordinador de la Unidad de Neurointervencionismo de la Clínica Shaio en Bogotá, Colombia, explica que un equipo sincronizado, que tenga a la mano los instrumentos médicos adecuados y cuente con capacitación en neurología, neurocirugía y neurointervencionismo podrá actuar de un modo más efectivo ante los casos de ACV que lleguen a un hospital.
Activar un adecuado Código ACV optimiza tiempo y recursos
Este código es un protocolo de atención estandarizado que no debe tardar más de 45 minutos desde que el paciente ingresa al hospital, hasta que es trasladado a sala de neurointervencionismo quirúrgico. Todo el proceso incluye un equipo humano especializado en cada área que trabaja de manera coordinada y en el menor tiempo posible.
- Primero, el equipo de enfermería en área de urgencias hace una valoración al paciente para ver si presenta síntomas de cara torcida, pérdida de fuerza o movilidad en extremidades, dificultad para hablar y/o disminución de la visión.
- El segundo paso es llevar a la persona a imágenes diagnósticas para confirmar o descartar la sospecha de un ACV. Allí se identifica en qué parte del cerebro se encuentra el daño.
- Finalmente se traslada a la sala de tratamiento donde se aplica el medicamento por vía intravenosa. En algunos casos se realiza una trombectomía (extracción de un trombo que bloquea la circulación de la sangre) o si se trata de un ACV hemorrágico, se busca controlar el sangrado y reducir la presión en el cerebro mediante un procedimiento quirúrgico.
En ese escenario la inversión privada en infraestructura médica ha sido vital. En Bogotá, por ejemplo, existen ocho instituciones de salud, entre ellas la Clínica Shaio, capacitadas para brindar la atención correcta de la enfermedad y cumplen paso a paso el código.
Según el Dr. Fonnegra, lo ideal es que por cada millón de habitantes exista un centro de atención médico para esta afección, que cuente con un escanógrafo para diagnosticar a tiempo y al menos un angiógrafo para el procedimiento quirúrgico.
Aunado a ello, el neurólogo clínico Javier Torres Zafra de la Clínica Shaio, explica que la distribución de espacios en el hospital es un aspecto importante. "Mientras más rápido puedan trasladarse del área de urgencias a la de diagnóstico y posteriormente a la zona de tratamiento o cirugía, menos secuela tendrá el paciente; lo ideal sería que cuando un hospital activa este protocolo de atención uregente, todos los espacios estén dispuestos en el mismo piso y lo más cerca posible".
Costos directos e indirectos
Según un reporte de la Asociación Americana del Corazón de Estados Unidos, en el país norteamericano se gastaron anualmente USD 43.5 billones entre 2014 y 2015 en costos totales por accidentes cerebro vasculares. De ese monto, USD 28 billones fueron para internaciones hospitalarias, visitas a urgencias, medicamentos recetados y atención médica a domicilio. El gasto por paciente fue de USD 7.902.
Dicha cifra, según prevé el informe, se duplicará entre 2015 y 2035 debido al incremento en la aparición de casos de ACV, por lo que se espera que en cuestión de 15 años Estados Unidos gaste anualmente USD 94.3 billones en costos directos e indirectos por esta afección.
Un panorama que no es muy diferente al del resto del mundo y que se dificulta aún más en los países en vías de desarrollo, como la gran mayoría de Suramérica, donde pocos centros médicos cuentan con las instalaciones, los protocolos y el equipo humano necesario para atender de manera correcta dicho padecimiento.
En el caso colombiano un artículo científico por investigadores de la Universidad Javeriana, resalta que en 2013 costaba en promedio 8.6 millones de pesos la atención de un paciente con ACV (aproximadamente USD 4.620 de la época).
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