Médicos intensivistas colombianos propenden hacia la humanización del servicio

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Nuevos avances en la medicina crí­tica y de emergencias unidos a estrategias para mejorar la atención a los pacientes en las unidades de cuidado intensivo (UCI) y el ambiente laboral de los médicos intensivistas y el personal relacionado, marcaron el XI Congreso Nacional de Medicina Crí­tica y Cuidado Intensivo, VIII Congreso Nacional de Medicina Crí­tica y Cuidado Intensivo Pediátrico, II Congreso Nacional de Enfermerí­a Crí­tica y II Congreso Nacional de Terapia y Rehabilitación, de la Asociación Colombiana de Medicina Crí­tica y Cuidado Intensivo (AMCI) realizado del 25 al 27 de mayo en Medellí­n, Colombia.

El encuentro de este año se centró en temas que por lo general no tienen un abordaje tan amplio en los congresos, pero que sí­ generan un gran impacto en la calidad de la atención en la UCI, entre ellos, la humanización del servicio, una tendencia que se busca sea más fuerte porque, según la AMCI, ante los avances en medicamentos y técnicas tanto diagnósticas como terapéuticas, a veces lo humano tiende a pasar a un segundo plano dado que se priorizan otros aspectos.

En el evento, uno de los más importantes y concurridos en su género en Latinoamérica, participaron 23 conferencistas internacionales de paí­ses como Bélgica, Argentina, Italia, Estados Unidos, Uruguay, España, Chile, Brasil, Ecuador y Canadá. Así­ mismo, 204 conferencistas y ponentes nacionales, 2.080 personas registradas para asistir al congreso, más de 1.700 asistentes, 54 expositores y 10 patrocinadores. También se presentaron 125 trabajos libres, de los cuales fueron seleccionados 90: 53 E-poster y 37 presentaciones orales, según cifras entregadas por la AMCI.

Para saber más sobre el cierre del evento y la importancia que ha cobrado la humanización en las UCI, El Hospital entrevistó a la Dra. Marí­a Piedad Sarmiento, actual presidenta de la AMCI, ex vicepresidenta de la misma e integrante del Comité Cientí­fico del congreso. La doctora Sarmiento es médica pediatra intensivista de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, especialista en Bioética de la Universidad Javeriana, pediatra intensivista UCI cardiovascular de la Clí­nica Cardiovid y directora de cursos PFCCS para Colombia de la Sociedad Americana de Cuidado Crí­tico.

 

¿Cuál es su balance del congreso de la AMCI de este año?

Nuestro congreso nacional, que realiza la AMCI cada dos años, genera siempre una gran expectativa entre los profesionales que trabajamos en cuidado intensivo en el paí­s. En esta ocasión, tuvimos la suerte de contar con el trabajo desinteresado del doctor Luis Horacio Atehortúa,  expresidente de la asociación y presidente del congreso, quien trabajó de la mano con un excelente grupo de colaboradores, logrando uno de los eventos académicos más exitosos en nuestra historia. Esto es palpable en una participación récord, con 2.080 personas registradas y más de 1.700 asistentes; una cifra realmente impresionante, si tenemos en cuenta que el cuidado crí­tico es una especialidad que tradicionalmente no se considera “grande” comparada con otras en el paí­s. Creo que esto demuestra que nos estamos volviendo grandes.

Desde lo académico, pudimos traer una gran cantidad de conferencistas nacionales (204) y extranjeros (23) de extraordinaria calidad académica y humana. Tuvimos un foro precongreso que se centró en innovación e investigación. Dentro de los puntos que contribuyeron al éxito del evento está la selección cuidadosa de los bloques académicos, que giraron alrededor de ejes temáticos claves, donde participaron lí­deres de opinión, útiles para la actualización y para generar espacios de discusión académica.

Una idea innovadora fue el Teatro del Congreso, con un diseño visualmente llamativo, que funcionó como un espacio abierto que facilitó a los asistentes la oportunidad de generar debates interactivos con ponentes expertos seleccionados. Así­ mismo, este año buscamos enfatizar en temas “no tradicionales”, pero que generan un gran impacto en la percepción de las personas y en la calidad de la atención en la UCI, entre ellos, la humanización del servicio.

Respecto al apoyo a la investigación, se presentaron 125 trabajos libres, entre los cuales se eligieron por su calidad, algunos para póster y otros para presentaciones orales. Se realizó una evaluación seria e independiente de los trabajos, los seleccionados fueron premiados; así­ como los mejores residentes de cuidado intensivo adulto y pediátrico del paí­s.

Todo esto no hubiera sido posible sin el  apoyo de la industria (10 patrocinadores y 54 expositores) y el trabajo de un excelente grupo logí­stico. Así­ pues, nos sentimos muy orgullosos del congreso de este año y esto nos deja muchas satisfacciones y una  vara muy alta para alcanzar en nuestros próximos eventos académicos.

 

¿Hacia dónde apunta la modernización de tecnologí­as en cuidados intensivos?

Recientemente dos de nuestros miembros más reputados, los doctores Norton Pérez Gutiérrez y Luis Horacio Atehortúa López, publicaron en esta revista un artí­culo al respecto, cuya lectura recomiendo (ver aquí­) . Ellos analizaron los avances tecnológicos como una constante en la UCI desde su concepción, llevándonos a mejorar los desenlaces clí­nicos. Esto conlleva una monitorización cada vez menos invasiva, más real y exacta (minuto a minuto); permitiéndonos el uso de aparatos y dispositivos (ventiladores, terapias de soporte renal, entre otros) que funcionan mejor; con pruebas y tecnologí­as diagnósticas más rápidas y a la mano; siempre en procura de mejorar la atención y seguridad del paciente.

El ejercicio de la medicina crí­tica como especialidad implica, aparte del uso juicioso de estos avances tecnológicos, una alta exigencia académica; los intensivistas debemos mantenernos a la vanguardia en conocimientos, atentos al resultados de nuevas investigaciones, en constante actualización y entrenados manualmente para poder brindar una atención de calidad y ajustada a la lex artis del momento.

Sin embargo, desde hace tiempo reconocemos que esta tecnificación, que nos ayuda a ser más eficientes, nos puede llevar a perder el norte y a olvidarnos de que es la tecnologí­a la que debe estar al servicio del paciente, y no al revés. Es por esto que aspectos menos “visibles” como la ética, la humanización, la comunicación, son de vital importancia en nuestro quehacer y formaron parte importante de la temática del congreso.

 

¿A través de cuáles buenas prácticas se puede lograr la verdadera humanización en la atención hacia el paciente en las UCI?

En general, las buenas prácticas están orientadas a lograr calidad con seguridad. Si lo abordamos desde lo escrito, algunas de las “buenas prácticas” tradicionales deben incluir el control del dolor y la integración de cuidados paliativos, así­ como unos cuidados de fin de vida adecuados. Sin embargo, personalmente, creo que más que hablar de buenas prácticas, tenemos que ver cómo lograr que lo que ya se hace bien desde lo técnico, se logre mejor desde lo humano, que con frecuencia tiende a pasar a un segundo plano. A veces en las unidades se priorizan los aspectos fisiopatológicos y olvidamos que es basados en la exploración de la persona que tenemos delante y su familia, en el reconocimiento de su "biografí­a", que debemos basar nuestra labor.

Hemos estado hablando de tecnologí­a: estamos preparados para aliviar y mejorar los cuerpos, y eventualmente las mentes de las personas, esto lo hacemos muy bien; sin embargo, no siempre miramos los corazones. El sufrimiento humano abarca esferas adicionales a lo fí­sico, que incluyen aspectos espirituales, morales, económicos... enfrentar también de esas caras del sufrimiento de nuestros pacientes y su familia, forma parte de nuestro deber ser. El impacto y las secuelas de la estancia en UCI pueden ser devastadoras para un ser humano y su núcleo familiar; debemos buscar no sólo la supervivencia sino también la satisfacción, el bienestar, la disminución de secuelas o el buen morir, lo que vaya a pasar.

Además, como trabajadores de la salud, sufrimos; como pediatra, es una realidad en mi vida: es imposible no involucrarnos en el dolor que presenciamos y acompañamos a vivir dí­a a dí­a. Debemos visibilizar que el cuidado del cuidador es importante, para disminuir entre otras cosas nuestro alto í­ndice de desgaste profesional.

Aunque hemos avanzado, debemos reconocer que tenemos muchí­simo camino por recorrer. En Colombia nos falta trabajar en algunos aspectos que incluyen: mejorar nuestro trato a los pacientes y familias (no solo en lo médico, sino también en lo humano); facilitar y hacer más amable el dí­a a dí­a de los que trabajamos en la UCI, ya que las unidades de cuidado crí­tico son un ambiente altamente estresante que favorece el desgaste profesional;¡ lograr que la estructura tanto de personal, como material (diseño, decoración) de los espacios fí­sicos de la UCI propicien un ambiente mejor para pacientes y personal de la salud, entre otros.

Como dice Gabriel Heras, conferencista del congreso y lí­der de este movimiento, vivimos en un paí­s de recursos limitados, pero esto no nos debe limitar la imaginación y las ganas.

 

¿Cómo creen que están a nivel de aplicación de nuevas técnicas y tecnologí­as los médicos intensivistas en Colombia y en comparación con el resto de Latinoamérica?

La verdad, para responder acertadamente esta pregunta tendrí­a que haber viajado y conocido más; la información de la que dispongo es meramente personal y subjetiva.

Respecto a lo nacional: he tenido la oportunidad de trabajar en unidades de diferentes ciudades de Colombia, también he sido docente de cursos que se ofrecen a lo largo y ancho del paí­s. Por ello, sé que los médicos intensivistas en Colombia disponemos de una gran cantidad de recursos tecnológicos; en algunas instituciones al nivel de las mejores de Latinoamérica. Sin embargo, lo que he evidenciado a lo largo de mis viajes, es que este nivel es muy cambiante, existe una gran variabilidad en la disponibilidad de recursos tanto tecnológicos como de talento humano; dependiendo del entorno, la unidad y la ciudad. La crisis de la salud, que nos afecta a todos, también limita las posibilidades económicas de hospitales y clí­nicas para contratar y pagar bien a personal idóneo y capacitado, así­ como para generar la renovación tecnológica necesaria; esto termina afectando la calidad de atención.

Respecto al comparativo internacional, por testimonios de colegas intensivistas tanto estadounidenses como latinoamericanos; pensarí­a que nuestro nivel, al menos en las grandes ciudades, es muy similar al de los paí­ses más avanzados de la región. Tras haber visitado algunas unidades de terapia intensiva en Centroamérica y España, creo que este concepto es razonable. Evidentemente, en Norteamérica y Europa, paí­ses y regiones con unas posibilidades económicas diferentes, la disponibilidad de algunos recursos costosos, como por ejemplo el soporte vital extracorpóreo (ECMO), es mucho mayor.

 

¿Cuáles son los retos de la AMCI en los próximos dos años?

No solo el área de la salud sino el paí­s entero, está pasando por un momento delicado y de incertidumbre, en estas circunstancias los retos y la responsabilidad son inmensos. Como agremiación estamos atravesando un momento de crecimiento, donde aumentan no solo nuestros asociados, sino sus expectativas y nuestros compromisos por afrontar.

Los entes gubernamentales nos requieren (a las asociaciones cientí­ficas) a la hora de proponer medicamentos o de “participar” en la implementación de la Reforma a la Salud; sin embargo, hemos visto que existe una gran distancia entre la norma y la realidad. En lo concerniente a la prestación del servicio y a la formación educativa en terapia intensiva en el paí­s, siento que no tenemos “garra” y no se nos permite ser consultores ni intervenir. Creo que esto favorece la gran variabilidad en la calidad de la atención a nivel nacional, como mencionaba previamente; para cambiarlo, el trabajo tanto gremial como de educación en las diferentes regionales, será clave.

Estamos buscando implementar un Sistema de Gestión de la Calidad sólido, que nos permita fortalecer y optimizar nuestros procesos y brindar así­ la mejor satisfacción a nuestros asociados; es un proceso ya iniciado por las juntas anteriores y que continuaremos. En un momento económico difí­cil, mantener la viabilidad y el fortalecimiento financiero de la asociación, con un enfoque empresarial, buscando una productividad basada en lo académico, es todo un reto.

Así­ mismo, queremos hacer visible que, así­ como en una UCI no solo laboran intensivistas, debemos favorecer la participación de especialidades y disciplinas que también trabajan por los pacientes crí­ticos; incluyendo el cuidado intensivo pediátrico, el obstétrico y otras profesiones como enfermerí­a y las diferentes terapias.

Afortunadamente, contamos con el apoyo de una junta directiva trabajadora y dedicada, tenemos un personal administrativo excelente; junto con ellos, con los intensivistas del paí­s y con la “sangre joven” de aquellos  que están en formación, esperamos cumplir al menos algunas de estas metas, si no todas; para así­ entregar a las nuevas generaciones una asociación fortalecida, con un excelente prestigio y cada vez más sólida.

 

 

 

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