Impresión de imágenes diagnósticas

Impresión de imágenes diagnósticas

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Una impresora permite obtener, en un soporte de película o papel, una copia visualizable, perdurable y transportable de información procesada por las diferentes modalidades de procedimientos diagnósticos, como tomografía computarizada (TC), resonancia magnética (RM), radiografía digital (RD) o computarizada (RC), fluoroscopia digital, ultrasonido, endoscopia y medicina nuclear.

En los últimos quince años, los fabricantes de impresoras pasaron de proveer equipos cuyos consumibles podían ser suministrados por cualquier compañía, a ofrecerlos de forma exclusiva. Luego surgió la impresión en seco, y hoy quienes adquieren una impresora ya no compran un equipo, sino una solución de impresión que debe incluir consumibles, servicio, mantenimiento, extensiones de garantía y una o varias impresoras, y en general plantean la inversión a cinco años, como mínimo, para amortizar el capital.

Al igual que en el resto del mundo, en América Latina se están implementando cada vez más los sistemas PACS y las imágenes diagnósticas digitales. Los avances en tecnología médica no solo han permitido una mejor visualización de imágenes en 3D, 4D y color, sino también la capacidad de emitir un diagnóstico más preciso. Hoy no solo se utilizan las películas, sino también papeles blanco y negro y color de grado médico, aprobados por la FDA, los cuales tienen validez legal como documento.

En este contexto digital no se requieren enorme salas de impresión con múltiples impresoras instaladas o con equipos muy grandes para producir gran cantidad de películas, sino distribuciones centralizadas en las salas de lectura, con una o dos impresoras de escritorio, o descentralizadas, en el área de resonancia, en emergencias o al lado de la consola del equipo.

Los sistemas de RM, TC o angiografía digital producen numerosas imágenes por min; por ejemplo, la TC de 64 cortes produce 6000 imágenes en 5,7 s, por lo que es imposible imprimirlas todas en películas. El número de películas impresas se ha reducido, y en la actualidad los hospitales digitalizados y los centros radiológicos realizan el diagnóstico primario en las estaciones de trabajo, donde pueden visualizar la totalidad de las imágenes, e imprimen solo las de referencia –películas con imágenes múltiples, 6, 12 ó 18 en cada una–, para que quien remitió al paciente pueda ver la patología representada ayudado por el reporte del radiólogo. Los centros más modernos han reducido un 70 a 80% la cantidad de películas impresas, y un 70% de estas las imprimen en papel. De esta manera han mejorado el flujo de trabajo y se ha reducido el tener equipos cesantes durante horas, y a veces días, con un costo elevado.

Se ha roto el paradigma de que la calidad de un estudio de TC o RM es directamente proporcional a la cantidad de películas impresas, y los especialistas están entregando un CD o DVD y seis películas de referencia impresas a los pacientes. Aun los centros que no han adoptado los sistemas PACS usan CD o DVD para hacer nuevas reconstrucciones, o pedir una segunda opinión, y no solo las imágenes impresas.

Impresoras secas, láser y térmicas
Las impresoras con tecnología en seco se usan para producir películas multiformato, en alta resolución de datos de imágenes obtenidos durante procedimientos diagnósticos. Pueden tener interfaz con los dispositivos vendidos por los fabricantes de equipos médicos y ser vinculadas a la red de trabajo del hospital. Varios fabricantes ofrecen impresoras que cumplen los requerimientos del Colegio Americano de Radiología y la Asociación de Fabricantes Eléctricos Nacional (ACR/NEMA).

Adicional a la reducción de costo, la tecnología en seco tiene menos impacto ambiental que la húmeda, pues esta última requiere de una procesadora para el revelado de películas, el uso de químicos, el manejo de desechos contaminantes y de los productos de mantenimiento, no solo de la impresora sino también de la procesadora, además de ventilación en el cuarto oscuro, depósito de químicos, tuberías, electricidad y drenaje adicionales.

Desde su ingreso la tecnología seca ha mejorado su objetivo, al incrementar la accesibilidad del usuario y la resolución de la imagen. Muchas aceptan ahora películas de varias dimensiones, incluyendo 36" × 14", 14" × 17", A4 (11,69" × 8,27"), A5 (8,27" × 5,83") y A6 (5,83" × 4,13"), y pronto en papel para imágenes de ortopedía, lo que evita el uso del negatoscopio y facilita los trazos que elaboran los cirujanos en el quirófano.

La tecnología térmica utiliza una película muy similar a la tradicional; es decir, un acetato de polietileno con base clara o azul, de tal forma que la radiografía tiene las mismas características de aquella a la que está acostumbrado el radiólogo. Los papeles de impresión de grado médico se fabrican con PET plástico, y al igual que las películas, deben cumplir las normas ANSI de 4000 tonos de gris y 320 puntos por pulgada (dpi). Con el uso del papel se puede reducir el costo de consumibles entre un 40 y un 50%, gracias a su habilidad de imprimir en papel económico de escala de grises.

Para la impresión en color también se utiliza la tecnología por sublimación térmica, que usa el principio de difusión térmica de tinta desde una cinta donadora a un rodillo aceptor.

Las impresoras deben garantizar la uniformidad y consistencia en los parámetros establecidos en el equipo, y la conformidad del usuario en cuanto al nivel de contraste y de grises, imagen tras imagen. La calibración automática asegura la calidad de la imagen y reduce el error humano. Cuando hay una alteración en la película, por ejemplo, por exposición al calor por un periodo de tiempo prolongado, el equipo alerta al usuario.

Algunas impresoras incluyen una tarjeta inteligente, con todos los parámetros de calibración que han sido aceptados por el radiólogo. Hay varias curvas de calibración –brillo, densidad, gama, contraste– en la estación de trabajo de la impresora, a la que se puede ingresar con un software específico. Algunos fabricantes ofrecen capacitación en el manejo de estos software al momento de la compra.

La pérdida de energía puede hacer que se pierda la información RAM de algunas impresoras, por lo que se requiere un respaldo con baterías. Puesto que las imágenes en papel térmico pueden degradarse cuando se exponen a excesivo calor, luz y químicos, se necesitan condiciones de almacenamiento adecuadas.

Diseño y características de las impresoras
Hace algunos años hubo una tendencia a impresoras grandes centralizadas, por la necesidad de migrar las cajas del cuarto oscuro y las películas de rayos X y de mamografía, a tecnología digital. Con la reducción de los espacios en los centros de radiología, por el aumento del tamaño de los equipos diagnósticos y la incorporación de nuevas modalidades, se han diseñado impresoras compactas y livianas, que se adecuan a espacios limitados y que cuestan la mitad de las de impresión húmeda.

La mayoría se adaptan al flujo de trabajo de la institución. Hay modelos que pueden imprimir de dos a tres formatos en línea en películas, papel en blanco y negro y color, en una combinación de tamaños; al mismo tiempo, en una sola unidad, en forma completamente automática y con ajuste automático de la densidad. Pueden tener una bandeja de entrada y otra de salida, hay otras con tres bandejas de entrada y tres de salida. En general, las bandejas de salida tienen un costo adicional.

Al pulsar el botón de impresión se pueden captar y guardar en memoria imágenes transferidas. El usuario puede explorar en un monitor opcional las imágenes guardadas en memoria, e imprimir las deseadas utilizando el menú de configuración. Antes de imprimirlas se puede incluso ajustar el tamaño de la impresión, marcar zonas deseadas en la imagen y modificar la escala de dichas zonas.

La Integración de las Instituciones Sanitarias (IHE), en conjunto con el ACR, exigen que una imagen que es diagnóstica en un monitor, una vez impresa no pierda información de calidad diagnóstica, y aprueban la impresora, el software y los consumibles como un todo. En la resolución espacial, el número de pixeles debe ser al menos 300 dpi o 12,2 pixeles/mm. En la resolución de contraste, el número de grises o niveles de color que deben ser generalmente expuestos es 8 bits, que corresponden a 256 niveles de gris o 16 millones a color. La tecnología de impresión en seco maneja resoluciones desde 325 a 650 dpi.

Las características de calidad diagnóstica dependen de la modalidad. Por ejemplo, la angiografía de sustracción digital, la RC y la RM requieren 320 dpi y 4096 tonos de grises, mientras la matriz de adquisición del mamógrafo digital es de 4,5 k x 4 k, y la FDA exige más de 500 dpi y más de 2,2 de densidad máxima. No todas las impresoras cumplen con las características requeridas para obtener imágenes mamográficas impresas de calidad diagnóstica.

Costos contenidos
Cuando se adquiere una impresora, se deben tener en cuenta el costo y la disponibilidad de los consumibles, como la película, el papel y el rodillo, ahora y en el futuro; además, los costos operacionales y de mantenimiento asociados con la impresora, y los contratos de servicio.

Las impresoras láser secas contienen elementos que se degradan por el uso, como el tambor fotosensible, los rodillos y los filtros, cuyo costo varía de un fabricante a otro. Además, requieren de limpieza frecuente, porque el contacto del cabezal térmico con la película produce una fricción, que puede levantar pequeñas partículas de la emulsión, las cuales se acumulan poco a poco y pueden ocasionar defectos en la imagen. En las térmicas no hay contacto físico del rodillo con la película en el momento de impresión y revelado, por lo que el costo de mantenimiento es más bajo. El cabezal que utilizan debe limpiarse una vez por semana, o cada 2000 impresiones; su vida media es mayor que el módulo óptico láser, y el costo de reemplazo es menor (aproximadamente 3000 dólares vs. 8000 dólares).

Los costos de mantenimiento en centros con mediano a alto volumen de impresión tienen un alto impacto. En la tecnología láser cuesta 20 centavos de dólar/hoja: 10 centavos/hoja el cambio del filtro y 10 centavos/hoja el del rodillo térmico. Si se imprimen en promedio 50 casetes de 100 hojas/mes, el costo de mantenimiento es de 12 000 dólares por año y 60 000 dólares en cinco años, lo que es una y media veces el valor de una impresora. Por el contrario, cuando el volumen es bajo, el costo de los consumibles, planteado a tres o cinco años, que es el tiempo de duración del equipo, tiene un menor peso en la ecuación de costo real de impresión. El ahorro pasa a ser el servicio, que en promedio está entre 8 y 12 mil dólares por año en las impresoras grandes, y aumenta si se utiliza una segunda impresora a color. El servicio de las impresoras integradas en una –película, papel blanco y negro, y color– puede costar 3600 dólares al año.

Las recomendaciones de compra varían si se van a adquirir unidades a color pequeñas o grandes, o en escalas de grises. Los departamentos con alto volumen de imágenes deben evaluar el número de películas por hora. Aquellos que manejan volumenes elevados de imágenes deben considerar comprar una impresora láser con mayor capacidad. En tecnología térmica existen modelos pequeños y de alto volumen. Dependiendo de la aplicación, se pueden tener varias impresoras al lado de los equipos, a cambio de tener una impresora de alto volumen.

Las impresoras de alta capacidad necesitan un drive adicional de almacenaje. Las pequeñas a color y las de ultrasonido gris requieren en promedio 2 gigabytes de memoria. Las de ultrasonidograndes, así como las radiográficas, requieren en promedio 128 ó 256 MB.

Agradecemos la información suministrada a El Hospital por Álvaro Baintrub, director de ventas para América Latina de Codonics, y por Efraín Pérez, de Carestream Service América Latina, para la elaboración de este artículo.

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