FCV, a la vanguardia en implantes de corazón artificial en Suramérica

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A orillas de una piscina se escuchan las carcajadas de Mariana. Es tan sonora que los pájaros alrededor salen volando. Mariana es una niña de 10 años y tiene una sonrisa tan contagiosa que nadie se imagina que ha estado varias veces al borde de la muerte; tuvo un cáncer hepático a los seis años de edad, fue necesario resecar más de la mitad de su hí­gado y recibió un año de quimioterapia.

Según el doctor Leonardo Salazar, su médico tratante y uno de los expertos en implantes de corazón artificial en Latinoamérica, Mariana sobrevivió a esta enfermedad a un costo muy alto, la quimioterapia le causó una insuficiencia cardí­aca y los siguientes cuatro años se hospitalizó con frecuencia en cuidados intensivos por falla cardí­aca descompensada. Ella es la niña más joven en Colombia que ha recibido un corazón artificial. Durante tres meses estuvo hospitalizada en cuidados intensivos en Bogotá y fue trasladada a la ciudad de Bucaramanga, al nororiente del paí­s, porque su corazón no podí­a sostenerla con vida, necesitaba ser reemplazado.

Mariana ahora celebra. Se rí­e de las ocurrencias de don Jorge, otro paciente con corazón artificial y alma de humorista. En la mesa se reúnen más de 15 personas de todas las edades, todos tienen una camaraderí­a muy especial, forman parte de la misma familia. Todos estuvieron en algún momento al borde de la muerte, saben atesorar estos momentos y tienen en su pecho un corazón artificial.

Ellos se reunieron el pasado mes de junio en Bucaramanga para celebrar los cinco años del programa de corazón artificial de la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV), institución pionera en América Latina en asistencia ventricular.

Hacia el desarrollo del órgano artificial cardí­aco

La enfermedad cardiovascular es la causa más frecuente de muerte en el mundo y en Latinoamérica y, por fortuna, los métodos para tratarla han avanzado de manera significativa, se dispone de evaluaciones y tratamientos muy efectivos para la mayorí­a de las enfermedades cardiovasculares.

En la actualidad muchos pacientes llevan una vida productiva a pesar de que su corazón esté enfermo y es gracias a estas terapias. Sin embargo, no son infalibles, y un grupo importante de pacientes desarrolla falla cardí­aca avanzada, un estado en que tienen sí­ntomas de insuficiencia cardí­aca y hospitalizaciones a pesar de estar recibiendo el mejor tratamiento médico posible. Cuando una persona padece una falla cardí­aca avanzada, la posibilidad de que fallezca en los siguientes dos años es muy alta y debe tenerse en cuenta la opción de reemplazar el corazón, de acuerdo con el doctor Salazar.

"El trasplante cardí­aco ha sido considerado el tratamiento óptimo para pacientes con falla cardí­aca avanzada, sin embargo, tiene serias limitaciones. La disponibilidad muy limitada de donantes es la principal dificultad con el trasplante cardí­aco. Existe una gran desproporción entre los pacientes que lo requieren y los que finalmente son trasplantados, lo cual genera una mortalidad importante entre los pacientes en lista de espera", afirma el Dr. Salazar.

En los últimos 15 años, la tecnologí­a de los corazones artificiales cambió de manera radical su enfoque. No se intentó más imitar el funcionamiento cardí­aco, se decidió miniaturizar turbinas como las que usan los aviones para lograr circular la sangre.

Otra gran dificultad son las complicaciones asociadas al rechazo inmunológico y al tratamiento inmunosupresor. Adicionalmente, hay pacientes que, por razones inmunológicas, hemodinámicas, entre otras, tienen contraindicación para recibir un trasplante cardí­aco. Sin otras alternativas estos pacientes estaban condenados a morir.

Por estas razones, desde hace décadas se han hecho múltiples esfuerzos para desarrollar un órgano artificial cardí­aco. Hace cincuenta años, el mismo año en que el hombre llegó por primera vez a la luna, se implantó el primer corazón artificial en Houston, Texas, Estados Unidos. Este paciente logró sobrevivir sólo 48 horas con el dispositivo.

A partir de esa época se desarrollaron varias versiones de corazones artificiales, todas trataban de imitar el mecanismo de funcionamiento del corazón, tení­an válvulas y varias partes móviles. "Estos aparatos fallaban rápidamente y los pacientes sobreviví­an horas o pocos dí­as con el implante, permanecí­an en cuidados intensivos y lucí­an como en un estado de agoní­a suspendida", según el Dr. Salazar.

En los últimos 15 años, la tecnologí­a de los corazones artificiales cambió de manera radical su enfoque. No se intentó más imitar el funcionamiento cardí­aco, se decidió miniaturizar turbinas como las que usan los aviones para lograr circular la sangre. Estas bombas (dispositivos de asistencia ventricular) combinan la simplicidad y la sofisticación, sólo tienen una parte que se mueve (el rotor de la turbina), con lo cual el desgaste y la probabilidad de fallas disminuye mucho. El rotor es controlado por un motor electromagnético que lo lleva a levitar y rotar bajo el manejo de una microcomputadora. Son dispositivos pequeños y muy confiables, su tecnologí­a está diseñada para durar décadas.

De Colombia para Latinoamérica

En la actualidad, en los paí­ses desarrollados, un paciente con falla cardí­aca avanzada tiene más probabilidades de recibir un dispositivo de asistencia ventricular que un trasplante cardí­aco. Este avance, que es una rutina en Europa y Norteamérica, lamentablemente es una excepción en Latinoamérica. La percepción de que no existen los recursos económicos y humanos para beneficiar a los pacientes con esta tecnologí­a ha frenado su expansión.

El programa de corazón artificial de la FCV es una demostración de que los propósitos pueden ser definidos por las esperanzas y no por los medios económicos. En Bucaramanga, los médicos cirujanos cardiovasculares Leonardo Salazar y Antonio Figueredo implantaron el primer dispositivo Heartmate II de Suramérica hace cinco años, también el primer dispositivo Heartmate III en Latinoamérica, y durante este tiempo 21 pacientes se han beneficiado con esta terapia.

"Nuestra sobrevida a seis meses es de 90 % y a dos años es de 83 %. Estos resultados son comparables con los mejores centros del mundo. En esos cinco años hemos realizado también 46 trasplantes cardí­acos y los resultados de nuestros pacientes son iguales independientemente si se trasplantan o reciben una asistencia ventricular", afirma el doctor Leonardo Salazar.

Un paciente en asistencia ventricular que es tratado durante varios años vale económicamente igual o menos al sistema de salud que un paciente trasplantado. Las tecnologí­as de alto costo sólo agregan valor si la calidad y los resultados son excelentes y ese es el desafí­o para implementarlas.

Esta tecnologí­a es de alto costo. En la FCV un procedimiento de implante de asistencia ventricular es tres veces más caro que una cirugí­a de trasplante cardí­aco. Sin embargo, el cuidado y seguimiento de un paciente con asistencia ventricular cuesta una cuarta parte que el de un paciente trasplantado. Un paciente en asistencia ventricular que es tratado durante varios años vale económicamente igual o menos al sistema de salud que un paciente trasplantado. Las tecnologí­as de alto costo sólo agregan valor si la calidad y los resultados son excelentes y ese es el desafí­o para implementarlas.

Para desarrollar con éxito este programa, de acuerdo con el doctor Salazar, se conformó un "equipo de equipos" en el cual todas las disciplinas involucradas en el cuidado de un paciente con insuficiencia cardí­aca participaban. "Los lí­deres de cada equipo realizamos un pacto en el cual nos comprometimos a aprender y a enseñar, a crear un lenguaje y unos objetivos comunes, a resolver nuestras diferencias preservando el respeto y la confianza, y a influirnos recí­procamente", resalta el doctor Salazar.

Este equipo ha sido constituido por cardiologí­a de falla cardí­aca y trasplante, cirugí­a cardiovascular, cuidado intensivo, hemodinamia y por el grupo de ECMO (Oxigenación de Membrana Extracorpórea, por sus siglas en inglés) y asistencia ventricular. Conseguir una visión colaborativa en vez de una competitiva entre estos grupos es el principal reto. Aprender en conjunto las competencias nuevas requeridas para implantar y cuidar en el largo plazo pacientes con corazón artificial es el otro desafí­o. "Por esta razón desarrollamos un proceso de entrenamiento interdisciplinario y entre todos discutimos cada fase del proceso de atención del paciente. Creamos unos espacios de discusión y unas normas para la toma de decisiones conjuntas. Este proceso ha sido difí­cil pero valioso", manifiesta.

Hoy estamos presentando nuestro programa para ser evaluado como centro de excelencia por la Joint Commission International y tenemos la esperanza de ser el primer centro de asistencia ventricular certificado por esta prestigiosa organización por fuera de Estados Unidos".

Doctor Leonardo Salazar, médico cirujano cardiovascular y director del Programa de ECMO y Corazón Artificial de la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV).

La participación de enfermerí­a es fundamental para darle solidez y permanencia al programa. Inicialmente se desarrolló un proceso de formación de enfermeras especialistas en ECMO y asistencia ventricular, quienes adquirieron experticia en el manejo de pacientes con choque cardiogénico y falla cardí­aca avanzada, adicionalmente del uso de soporte circulatorio mecánico. Dentro de este grupo de enfermerí­a se formaron unas lí­deres coordinadoras de los programas de trasplante cardí­aco y asistencia ventricular, quienes ayudaron a desarrollar los procedimientos y protocolos para garantizar a los pacientes que ingresan al programa la mejor oportunidad de recuperación.

"Hoy estamos presentando nuestro programa para ser evaluado como centro de excelencia por la Joint Commission International y tenemos la esperanza de ser el primer centro de asistencia ventricular certificado por esta prestigiosa organización por fuera de Estados Unidos", destaca el doctor Salazar.

Mariana, Don Jorge y todos los pacientes del programa han enseñado mucho a esta institución. Implementar un programa de alta tecnologí­a y complejidad en un ambiente con recursos limitados ha sido un desafí­o que los doctores Salazar y Figueredo han podido superar gracias a las enseñanzas de sus pacientes.

"Desde el principio tení­amos claro que no podí­amos copiar al pie de la letra lo que hacen en Norteamérica o en Europa, eso hubiera sido la receta para el fracaso. Hemos logrado hacerlo porque hemos creado y mantenido una relación humana y auténtica con nuestros pacientes. Tratamos de ver las situaciones a través de sus ojos y entre todos hemos construido un camino que permitió que salieran de su falla cardí­aca y que hoy tengan una vida saludable y segura con el dispositivo. No creamos un mapa rí­gido desde el inicio, Más bien fuimos enfrentando las incertidumbres y los obstáculos juntos", afirma el Dr. Salazar.

Para el Dr. Salazar, esta relación basada en el afecto y las emociones ha tenido un valor terapéutico y ha permitido que sus intervenciones tengan mejores resultados, ayudando a detectar las complicaciones a tiempo y a diseñar estrategias que sean efectivas teniendo en cuenta las preferencias y los recursos económicos de los pacientes.

21 pacientes se han beneficiado a la fecha con el implante de corazón artificial y 46 con trasplantes cardí­acos, en la FCV.

"Un programa como estos crea lazos muy fuertes con los pacientes y sus familias. Los pacientes con corazón artificial tienen circunstancias muy especiales como el hecho de que no tienen pulso, o que no es posible tomar la presión arterial de manera normal, o que sus ruidos cardí­acos son completamente diferentes a los de los demás seres humanos. Esto genera barreras en la atención de salud y es nuestra obligación definir estrategias para que ellos vivan la vida que ganaron con esta intervención de manera feliz y segura. Sabemos que vamos a ser compañeros de viaje el resto de nuestras vidas y eso es un privilegio", enfatiza el médico cirujano.

El programa de corazón artificial de la FCV es la demostración de que ya existe el recurso más importante para ofrecer una medicina de vanguardia en América Latina, y gracias a eso Mariana hoy rí­e a carcajadas con su nueva familia.

 

El Hospital agradece la colaboración de la Fundación Cardiovascular de Colombia para este artí­culo.

Artí­culo proveniente de la edición impresa de agosto - septiembre de 2019 de El Hospital con el código EH0819FCV.

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